48 clavos necesitó el carpintero
o
Planta 48, puerta 24, no pensaba tener que volver aquí de nuevo
Me decanté por la segunda opción y me puse manos a la obra.
El fallo del jurado se dará a conocer el próximo dia 17 de mayo.
Os comparto mi relato.
PRESO DE LOS PENSAMIENTOS
-¡¡ Ya está bien, no puedo más !!… ¡¡ Esta zorra va a saber quién
soy yo…!! - Raúl dejó su copa en forma de balón, de manera brusca sobre la mesa
baja de cristal que tenía frente al sofá, desperdigando parte de su contenido.
Un ron añejo con cola y un par de rodajas de limón con varios cubos de hielo.
Era ya su tercera copa de aquella noche. Allí estaba sólo, en su piso,
embriagado por el alcohol, pensando sobre todo lo que le había acontecido y
para lo que no le encontraba sentido, perturbando su mente, acostumbrada a
tenerlo todo controlado.
Solo el sonido de la televisión de plasma de 47 pulgadas, le
hacía compañía. Una serie de televisión policiaca a la que no prestaba ni la
más mínima atención. Aún llevaba la americana puesta. Únicamente se aflojó el
nudo de la corbata que le aprisionaba la garganta. Se levantó repentinamente y
comenzó a dar vueltas en circulo delante de la mesa frente al televisor. Estaba
agitado. Su mano derecha se golpeaba varias veces en su frente, intentando
buscar respuestas…
Raúl tenía 32 años, cumplidos hace unas pocas semanas. Hombre
atractivo. Complexión atlética. Moreno. Pelo corto. Ojos grandes, marrones con
trazos verdosos. Nariz ancha, ligeramente desviada por el codazo involuntario
de un adversario, en la época en que jugaba al fútbol como delantero de adolescente.
Boca grande con labios superiores gruesos y dentadura saludable.
Hacía pocos meses que en su empresa, le ofrecieron un
contrato como indefinido con condiciones muy satisfactorias. Era consultor y
pasaba largas jornadas laborales con el objetivo de buscar soluciones para sus
clientes en planes de reestructuración organizativa y estrategias eficientes
para optimizar beneficios.
Apenas tenía tiempo para hacer vida social. Su rutina era
levantarse temprano. La alarma de su despertador sonaba cada día durante la
semana laboral a las 6:30 horas y después de tomar un simple café con leche
semidesnatada, salía a correr una hora por el parque que tenía cercano a su
domicilio, dando varias vueltas a su contorno. Volvía a casa, se duchaba y
tomaba el coche hacía la oficina, fichando sobre las 9:00h. Hombre de escrupulosas
costumbres, metódico.
Allí, su jornada laboral se extendería hasta cerca de las
20:30 horas. Conduciría hasta su hogar y allí, se haría una cena muy frugal
para comer delante del televisor y sobre las 22.30 horas irse a dormir.
Vivía solo. Pero desde hace un año y medio había conocido a
una chica a través de las aplicaciones que hay en el mercado, para encontrar
pareja. No tenía tiempo para relaciones
sociales. Los fines de semana los dedicaba para hacer deporte por la mañana,
saliendo a correr o coger la bicicleta. Por la tarde, adelantaba trabajo de
cara a la semana venidera. Sus pocos amigos ya estaban casados y con hijos. Y
el mundo de la noche no era para él. Sentía que su vida estaba vacía sin
poderla compartirla con alguien y aunque era reacio, se animó a darse de alta
en las redes del amor.
Enseguida empezó a tener contactos de mujeres con distintos
propósitos. Su perfil era muy sugerente. En sus fotos aparecía un hombre de gran
atractivo y la descripción de él, con su profesión y aficiones, atraían al
género femenino.
Sin embargo aquello para Raúl, resultaba ser muy frio. Tener
que mantener largas charlas a través de la aplicación le resultaba agotador. El
posible interés que podría despertarle alguna candidata, acababa por
desvanecerse por el motivo más surrealista. Y el resto, no captaban su interés.
Había tenido tres citas, pero ninguna pasó de tomarse algo en algún bar y
charlar amigablemente. No era hombre de una sola noche. Buscaba algo más que
entregarse al deseo. Estaba a punto de tirar la toalla, cuando de pronto, llegó
ella.
Paloma era distinta a todas. Fue Raúl quien un día, durante
el almuerzo, reparó en ella al ojear la aplicación en su teléfono móvil. Era
realmente hermosa. En sus fotos de perfil, lucia radiante. Le parecía un ángel
caído del cielo. Ella era rubia, con el pelo ondulado cayendo por debajo de sus
hombros. Ojos muy expresivos de color verde y una sonrisa que le llenaba el
corazón de alegría. Leyó atentamente su descripción. Le gustaba el deporte,
leer, bailar y “amaba la vida” según sus palabras textuales. Se quedó embobado
durante unos minutos… Sin embargo, tenía que acudir a una reunión de trabajo y
cerró la aplicación de modo precipitado, para hacer acto de presencia en el
acto donde tenía que presentar ante importantes ejecutivos, sus propuestas de
mejora para la compañía. No fue su mejor día en la exposición. Sus pensamientos
estaban dispersos. Se quedó tocado con la imagen de ella que no se lo podía
quitar de la cabeza. Deseaba contactar con Paloma cuanto antes. Temía que alguno
se la arrebatara.
Aquel día se fue antes a casa de como solía acostumbrar. En
cuanto llegó, se sentó en el sofá y se animó a escribirla.
-Hola Paloma, veo que compartimos muchas cosas de la vida. Me
gustaría hablar contigo, si te apetece.- Raúl rectificó más de diez veces el
mensaje para no resultar ni demasiado ansioso, pero tampoco vanidoso. Se quedó
mirando el teléfono como absorto, esperando respuesta durante diez minutos sin
obtener respuesta y se levantó para ir hacía la cocina para prepararse algo
para cenar.
Raúl volvió a tomar asiento en el sofá del salón, portando
una bandeja en la que llevaba un sándwich con ambas rebanadas tostadas, untadas
de tomate rallado y un poco de aceite, con varias rodajas de jamón serrano. Un
vaso de agua del grifo y un par de servilletas de papel.
Subió la voz del televisor con su mando a distancia para ver
el partido de la Champions League que jugaban el Real Madrid contra el PSG de
octavos de final.
Cuando de modo repentino, sintió como el teléfono móvil que
tenía a su lado, vibró. Le echó un vistazo y su corazón dio un vuelco de 360
grados. Era Paloma.
-Hola Raúl… ¿Qué tal?- Le respondió ella a su mensaje.
La complicidad entre ambos fue algo mágico, extraordinario. Como
si se conocieran de toda la vida. El partido de futbol quedó en un segundo
plano, aún a pesar de ser un gran aficionado del club blanco. Solo tenía tiempo
para ella. Conversaron hasta pasada la medianoche de sus vidas, inquietudes,
amores, desamores… Se sentían muy bien, hasta que finalmente decidieron despedirse
para irse a descansar.
Al día siguiente Raúl, retomo su rutina. El despertador
sonaría a las 6:30h como de costumbre. Saldría a correr, pero era distinto. Se
sentía feliz. Su corazón bombeaba con más fuerza y sus pensamientos eran para
ella, Paloma. Estaba ilusionado.
Los siguientes meses fueron haciendo que los sentimientos que
tenían ambos, fueran in crescendo. Paloma vivía en Alicante. Ella iría a verle
a Madrid, donde Raúl residía. El encuentro de la pareja sería algo maravilloso.
Eran exactamente lo que cada cual se había imaginado en sus expectativas
personales. Hicieron el amor apasionadamente después de cenar en uno de los
mejores restaurantes de la capital. Estaban enamorados.
Raúl le pidió en matrimonio a Paloma a las pocas semanas de
aquel encuentro, cuando le devolvió visita a su localidad. Ella se quedó
petrificada, pero después de unos segundos le dijo que sí. El beso entre ambos
sería la envidia de todos los mortales del planeta tierra, tal era el amor que
sentían el uno por el otro.
Fantaseaban con la planificación de la boda y le fijaron
fecha. Estaban en una nube. Paloma se encargaría de todos los preparativos.
Ella tenía la ilusión de hacerla en una de las cuatro torres
de la Castellana. Viajaría para Madrid para encargarse de todos los
preparativos. Raúl tenía una agenda muy apretada de muchas reuniones de trabajo
y no podía acudir. Sin embargo, y por los azares de la vida, se canceló una de
ellas y pudo escaparse para presentarse allí, sin avisarla para darle una
sorpresa.
Raúl llegaría al portal del edificio y preguntó por Paloma
con sus apellidos, quien se había citado con el responsable del restaurante. El
portero, uniformado de modo impecable, le informó que estaban en la planta 48,
puerta 24. A Raúl, aquello le extrañó, pero tomó el ascensor que de manera
vertiginosa, ascendió hasta la planta solicitada. Salió y tomó el pasillo
buscando el número de puerta que le indicaron. Llegado hasta allí y confirmando
que era el número 24, golpeó la puerta con sus nudillos.
Tras unos pocos segundos, abrió un hombre con el torso
desnudo y con una toalla, cubriéndose su cuerpo bajo la cintura.
-¡Hola!... ¿Quién eres?...- Le dijo aquel individuo que
parecía haber salido de la ducha, con su pelo rubio, aún alborotado. -
Raúl se quedó helado, sin saber que decir. Sus ojos
alcanzaron a ver al fondo de la habitación, el bolso de Paloma encima de la
cama deshecha y sus zapatos en el suelo, tirados.
-Perdón, me he confundido… Lo siento. ¡Gracias!- Balbuceo
Raúl, dándose la media vuelta, sintiendo como cerraban la puerta tras de sí y
se fue de allí a paso precipitado, no entendido nada de lo que sus ojos habían
presenciado.
Raúl daba vueltas en circulo delante de la mesa frente al
televisor…
-Planta 48, puerta 24, no pensaba tener que volver aquí de
nuevo…- Pensaba enojado. Raúl volvió a golpear la puerta. En esta ocasión sería
Paloma quien le abriría. Lucía una lencería sexy muy sugerente y el cabello
recogido. Su rostro tornó pálido al ver a su prometido frente a ella.
-¡¡¡Raúl!!!... Peroooo, ¿qué haces aquí?- Exclamó Paloma muy
sorprendida.
-¡¡Maldita zorra, mentirosa!!- Raúl se abalanzó sobre Paloma,
cerrando la puerta con el pie, mientras agarraba con extrema fuerza su cuello,
echándola sobre la cama.
Sobre el colchón y sin mediar más palabra, la estranguló ante
los intentos infructuosos de Paloma por luchar por su vida, hasta que
finalmente se rindió, falleciendo ante los ojos de un incompasivo Raúl que
sonreía complacido de su obra.
-Raúl… Raúl, cariño… despierta…. – Le decía Paloma a su
novio, quien se hallaba dormido aún con la ropa que había vestido durante el
día.
-Qué... qué… ¿Qué pasa?- Contestaba Raúl, volviendo en si, aturdido
y mareado por el consumo del alcohol echado sobre el sofá y con la televisión
encendida.
- Perdona mi vida, se me ha hecho tarde. He estado con mi
hermano cenando, que me ha acompañado para organizar los preparativos de la
boda. Se ha quedado a dormir en el hotel que le he reservado a mi nombre. Te
AMO. –
FIN
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Besos y abrazos